Es imposible, ya desde la lejanía, no divisar el fuerte de Mehrangarh, uno de los más grandes y mejor conservado de toda India. El casco antiguo de Jodhpur es un laberinto de estrechas y azules calles debidas al uso del índigo, un tinte que sirve como repelente de insectos y como aislante en los calurosos días de verano. Las casas fueron pintadas inicialmente del color del cielo por los brahmanes, que eran miembros de la clase sacerdotal, para indicar su domicilio y diferenciarse del resto de la población. Se trataba de una ciudad estratégica en la ruta de la seda, inmersa en el desierto de Thar que ha hecho que hoy en día viva del desarrollo de su propia artesanía, con productos de exportación como muebles y alfombras.