Tras una semanita en Cuba, recorriendo los principales núcleos de interés turístico, llegamos a Camagüey, sin duda uno de mis grandes descubrimientos del viaje. Camagüey, o la ciudad de los tinajones como comúnmente se conoce, es la 3º ciudad más grande de Cuba, con cierto aire de sofisticación en comparación con otras ciudades y uno de los más importantes bastiones de la iglesia católica en la isla (prueba de ello son las múltiples iglesias barrocas de la ciudad). En las guías esta ciudad pasa “sin pena ni gloria” y muchos la utilizan, como es nuestro paso, para descansar y acortar así el viaje hasta Santiago o bien entre Las Tunas o Ciego de Ávila. Unas cuatro horas separan Camagüey de Trinidad, algo más de 5 horas en viazul y otras cuatro de Santiago. En este último caso serán 7h y media en viazul ya que para en múltiples destinos como Las Tunas, Holguín, Bayamo, etc. Hay varias líneas que pasan por aquí en función del destino inicial y final, si no viajas como nosotros desde Trinidad entra en viazul y mira las diferentes opciones e IMPORTANTE no te duermas con las fechas ya que suelen ser rutas que se agotan rápido.
Nosotros salimos desde Trinidad a las 10.00 en la línea viazul Trinidad-Santa Lucía y llegamos a Camagüey sobre las 14.30h. Al día siguiente a la misma hora partíamos hacia Santiago, así que teníamos exactamente 24 horas para ver lo que nos deparaba esta ciudad. Lo primero que me sorprendió es que Camagüey representa un concepto de ciudad distinto a lo que hasta ahora Cuba nos tenía acostumbrados, con un cierto aire cosmopolita. Cuenta con calles muy anchas a la vez que un centro histórico peatonal, muchos supermercados, pequeñas tiendas tipo carnicerías y panaderías así como tiendas de souvenirs con precios mucho más económicos que en los anteriores sitios que habíamos estado, lo cual era lógico ya que como os comentaba no es una ciudad turística. En este caso nuestro alojamiento, en casa de “Miriam Guerra” se encontraba en la calle Joaquín de Agüero nº525 a unos 20-25 minutos del centro en dirección norte. Miriam fue muy simpática, había mandado a un amigo suyo a recogernos a la estación así que llegamos a casa sin ninguna complicación, aunque con un dolor de cuello…. pues el maletero no cerraba bien y tuvimos que ir con parte de él abierto, así que nos tocaba vigilar en cada semáforo que nadie echara a correr con las maletas (#historiasdecuba). Nada más llegar dejamos el equipaje y mientras nos tomamos un zumo casero, Miriam nos situó un poco, nos aconsejó que merecía la pena ver y nos dio un par de recomendaciones sobre la vida en Camagüey. Estábamos listos para salir!
Nos dirigimos a la Plaza Joaquín de Agüero y de ahí al centro recorriendo la Avenida de los Mártires, una de las entradas al casco histórico de la ciudad. Se trata de una gran avenida, con un centro verde y florido que permite el tráfico (carros, bicis y coches) en ambos sentidos. A lo largo de su kilómetro de longitud se encuentran numerosos edificios oficiales, museos, colegios y casas particulares con los típicos y coloreados portales cubanos. Además en esta avenida se encuentran las iglesias de San José y San Pablo. La línea del ferrocarril corta dicha avenida, la cual a partir de ahí pasa a llamarse Calle República e indica la entrada a la zona del Boulevard. Este concepto es muy frecuente en las ciudades cubanas, como también ocurría en Cienfuegos. El Boulevard engloba un conjunto de calles normalmente peatonales, con edificios remodelados y numerosas tiendas, que vendría a ser la zona comercial de la ciudad. En esta calle podrás encontrar cadecas donde cambiar dinero y la tienda de Etecsa donde comprar las tarjetas wifi. De hecho al final de la misma encontrarás la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, en cuyos portales puedes disfrutar de conexión a internet. La iglesia hace esquina y presenta una estructura de ladrillo macizo que data de 1779 y su llamativo color la hace inconfundible entre los numerosos edificios de la ciudad.
Nosotros salimos desde Trinidad a las 10.00 en la línea viazul Trinidad-Santa Lucía y llegamos a Camagüey sobre las 14.30h. Al día siguiente a la misma hora partíamos hacia Santiago, así que teníamos exactamente 24 horas para ver lo que nos deparaba esta ciudad. Lo primero que me sorprendió es que Camagüey representa un concepto de ciudad distinto a lo que hasta ahora Cuba nos tenía acostumbrados, con un cierto aire cosmopolita. Cuenta con calles muy anchas a la vez que un centro histórico peatonal, muchos supermercados, pequeñas tiendas tipo carnicerías y panaderías así como tiendas de souvenirs con precios mucho más económicos que en los anteriores sitios que habíamos estado, lo cual era lógico ya que como os comentaba no es una ciudad turística. En este caso nuestro alojamiento, en casa de “Miriam Guerra” se encontraba en la calle Joaquín de Agüero nº525 a unos 20-25 minutos del centro en dirección norte. Miriam fue muy simpática, había mandado a un amigo suyo a recogernos a la estación así que llegamos a casa sin ninguna complicación, aunque con un dolor de cuello…. pues el maletero no cerraba bien y tuvimos que ir con parte de él abierto, así que nos tocaba vigilar en cada semáforo que nadie echara a correr con las maletas (#historiasdecuba). Nada más llegar dejamos el equipaje y mientras nos tomamos un zumo casero, Miriam nos situó un poco, nos aconsejó que merecía la pena ver y nos dio un par de recomendaciones sobre la vida en Camagüey. Estábamos listos para salir!
Nos dirigimos a la Plaza Joaquín de Agüero y de ahí al centro recorriendo la Avenida de los Mártires, una de las entradas al casco histórico de la ciudad. Se trata de una gran avenida, con un centro verde y florido que permite el tráfico (carros, bicis y coches) en ambos sentidos. A lo largo de su kilómetro de longitud se encuentran numerosos edificios oficiales, museos, colegios y casas particulares con los típicos y coloreados portales cubanos. Además en esta avenida se encuentran las iglesias de San José y San Pablo. La línea del ferrocarril corta dicha avenida, la cual a partir de ahí pasa a llamarse Calle República e indica la entrada a la zona del Boulevard. Este concepto es muy frecuente en las ciudades cubanas, como también ocurría en Cienfuegos. El Boulevard engloba un conjunto de calles normalmente peatonales, con edificios remodelados y numerosas tiendas, que vendría a ser la zona comercial de la ciudad. En esta calle podrás encontrar cadecas donde cambiar dinero y la tienda de Etecsa donde comprar las tarjetas wifi. De hecho al final de la misma encontrarás la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, en cuyos portales puedes disfrutar de conexión a internet. La iglesia hace esquina y presenta una estructura de ladrillo macizo que data de 1779 y su llamativo color la hace inconfundible entre los numerosos edificios de la ciudad.
Justo a la derecha, bajando por la calle Maceo llegamos a la plaza con su mismo nombre (desde 1899, anteriormente conocida como plaza de Paula, por estar cerca de la ermita San Francisco de Paula). José Maceo, originario de Santiago y mayor del ejército libertador, fue/es considerado en la isla un maestro en el empleo y organización de tácticas militares así como un incansable combatiente, motivo por el cual se le dio el nombre de Titán de Bronce, como comúnmente se le conoce.
Desde esta plaza, si bajamos por la calle donde está situada la Cafetería Las Ruinas, llegaremos al famoso Parque de Ignacio Agramonte (en la calle Martí esquina con Independencia). Se trata de una de las visitas obligadas a la ciudad. En dicho parque cuatro palmas recuerdan a los fusilados en el primer alzamiento independentista de la ciudad (Jucaral, 04/07/1854). ¿Por qué palmas? pues porque los cubanos tenían prohibido levantar estatuas a sus mártires, motivo por el cual eligieron este árbol, símbolo de la libertad de su patria. Además cuenta con una estatua en su centro dedicada al mayor general de las luchas independentistas, en particular héroe de la Guerra de Independencia de Camagüey. Cuenta con bancos de mármol desde donde disfrutar de las vistas a la Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria y el Ayuntamiento.
Desde esta plaza, si bajamos por la calle donde está situada la Cafetería Las Ruinas, llegaremos al famoso Parque de Ignacio Agramonte (en la calle Martí esquina con Independencia). Se trata de una de las visitas obligadas a la ciudad. En dicho parque cuatro palmas recuerdan a los fusilados en el primer alzamiento independentista de la ciudad (Jucaral, 04/07/1854). ¿Por qué palmas? pues porque los cubanos tenían prohibido levantar estatuas a sus mártires, motivo por el cual eligieron este árbol, símbolo de la libertad de su patria. Además cuenta con una estatua en su centro dedicada al mayor general de las luchas independentistas, en particular héroe de la Guerra de Independencia de Camagüey. Cuenta con bancos de mármol desde donde disfrutar de las vistas a la Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria y el Ayuntamiento.
Si continuamos bajando nos adentramos en el laberíntico trazado de calles que engloban el centro histórico de la ciudad, que para hacernos una idea tienen un cierto parecido con los zocos marroquíes. Estrechas y serpenteadas calles pretendían repeler a piratas, dos siglos atrás así como a saqueadores y otras figuras de leyenda y mientras protegían por el contrario a los vecinos de la ciudad. Esta zona bien merece un paseo tranquilo, donde es posible disfrutar de plazas escondidas, personas sentadas en sus portales, iglesias así como pequeños restaurantes y bares auténticamente cubanos. Desde luego un placer para el viajero y el fotógrafo. En todo este lio de calles, se encuentra, colosal como ella misma la Plaza de San Juan de Dios, una de las más bonitas según mi criterio en toda la isla. Casualmente se estaba celebrando en ella una boda por lo cual según los vecinos, estaba más bonita que de costumbre. Se trata de un conjunto arquitectónico colonia que data del siglo XVIII, Monumento Nacional y uno de los entornos mejor conservados de la ciudad, que debe su nombre a un antiguo Convento-Hospital. En la misma plaza hay varios sitios donde sentarte a disfrutar las vistas y el ir y venir de los cubanos como por ejemplo: el restaurante 1800, la campana de Toledo o el de los Tres Reyes. Muy cerca se encuentra también el Museo de San Juan de Dios donde se describe la historia de la ciudad y exhibe artesanía de la zona así como pinturas.
El tiempo pasó volando y poco a poco el día iba llegando a su fin. La vuelta la realizamos subiendo por la calle San Pablo y República hasta llegar al Parque Martí, donde se encuentra la iglesia Sagrado Corazón de Jesús y de ahí nos acercamos por la calle del General Gómez a ver la Plaza de los Trabajadores con la iglesia Nuestra Señora de la Merced y la Plaza del Carmen con su iglesia correspondiente. En el caso de la plaza de los trabajadores se trataba de la antigua plaza de la Merced que cambio de nombre debido a los actos del movimiento obrero en la ciudad de los primeros años de la Revolución, que allí se celebraban. En el caso de la Plaza del Carmen, ha sido renovada en los últimos años y es fiel reflejo de la vida en la ciudad, donde la gente va a leer el periódico, jugar con los niños o simplemente a cotillear. De hecho, son famosas sus estatuas de bronce (entre ellas: Las Chismosas y el hombre que lee el periódico) que vienen a representar precisamente eso.
A la mañana siguiente, tras el genial desayuno en casa de Miriam donde pudimos disfrutar de comida casera cubana, zumos naturales y fruta, mucha fruta, decidimos dar un último paseo por la ciudad, comprar algún que otro souvenir en la zona del boulevard y ver la ajetreada vida de Camagüey un día cualquiera. Hacía una temperatura estupenda, pues era temprano y el sol todavía no brillaba con toda su fuerza. Recorrimos también de nuevo la Avenida de los Mártires, entrando esta vez a visitar el Museo Provincial Ignacio Agramonte y la iglesia de San José de Camagüey. Ambos se encuentra en la misma avenida, en particular el museo en un edificio histórico de 1848 que fue el antiguo cuartel de la caballería española en la ciudad. Alberga numerosas obras y mobiliario antiguo así como reliquias de diversas familias adineradas de la isla. Sin duda, fue una mañana tranquila y relajada, Camagüey incitaba a eso. Compramos algo de picar para el bus en el camino de vuelta a casa, cogimos las mochilas, nos despedimos de Miriam y nos dirigimos a la estación para coger el bus que nos llevaría hasta Santiago de Cuba. Nuestro tiempo en Camagüey se acababa y sin duda lo aprovechamos al máximo. Estábamos emocionados, el carnaval de Santiago nos estaba esperando :).